miércoles, 15 de febrero de 2012

Ayer me hicieron llorar

Después de un duro día de trabajo, y de cenar, por cierto, con receta cortesía del bueno de mi socio Alberto Pena, unas patatas a la boloñesa, otro día os cuento como se elaboran porque el plato merece la pena, Inma, Nayara y yo, como cada noche, nos deleitábamos con nuestro ratito de carnavales. Es curioso, no sé si serán los disfraces, o la música, pero a Nayara, a sus dieciséis meses recién cumplidos, le llaman mucho la atención los carnavales, y con lo activa que es, que rara vez cuando está despierta para quieta, cuando en la tele están los carnavales, se queda quietecita en el sofá mirándolos y yo creo que disfrutando a su manera. Pronto para sacar conclusiones, pero haber si tengo suerte y le gusta como a su padre esta fiesta tan nuestra.
A lo que iba, después de el Selu, muy buena actuación la de su chirigota en semifinales, creo que tiene muchas papeletas para estar entre las dos primeras, vino el turno de la comparsa de los Carapapa, los duendes coloraos.
Mientras preparaban su actuación, quitábamos la mesa y acostábamos a la niña que ya nos hizo saber que por hoy, su día había terminado.
Cuando volví al salón, iban a interpretar su segundo pasodoble. Desde el año 1994, sigo todos los años el carnaval de Cádiz, y más de una vez, se me han saltado las lágrimas con las letras de estos genios, pero para mi modo de ver, el sentimiento del pasodoble que a continuación comparto, es insuperable.
Día de los enamorados, canto al amor, a ese amor eterno que nada rompe, canto a ese sentimiento que nos hace mejores.
Solo le pido a dios, si anda por ahí con algo de tiempo libre, que Inma y yo seamos para siempre como los protagonistas de esta letrilla.

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