martes, 17 de abril de 2012

Déficit de sonrisas

A menudo pienso que las personas no envejecemos, que lo que envejece es nuestro espíritu, ese algo inmaterial que llevamos dentro y que hace que un día estemos contentos, otro de un humor de perros y otro, los más, ni fú ni fá, aguantando al jefe, o si eres autónomo, aguantándote a ti mismo, con los atascos de siempre, con las colas para todo, con las prisas de las ciudades..., no encontramos unos momentos para rejuvenecer nuestra alma, que es la que hace que el cuerpo se deteriore a una u otra velocidad.
Me he encontrado en los últimos años, sobre todo desde que trato cara al público con mucha gente, a jóvenes que parecen ancianos, a ancianos que parecen niños, a gente de mediana edad que carga con su vida como el asno al que cargaban con más sacos de harina de los que podía sostener y llega un momento en que no puede más y se derrumba...
No cuidamos nuestra alma, y es tan fácil hacerlo...
A mí por ejemplo, me basta con sentarme un ratito tranquilo, y ponerme un disco que me guste, dejar la mente en blanco y evadirme a otros mundos, mundos que sé que ni existen ni existirán nunca, pero que al regresar yo al que me ha tocado vivir, hacen que me encuentre mejor, o por lo menos más relajado y con menos carga en las espaldas, que aveces, os aseguro que pesa.
Otros se reconfortan dando paseos por el campo o por parques o jardines si viven en zonas urbanas, también leyendo un buen libro, charlando con un amigo...
Aunque lo que verdaderamente hace que el alma no envejezca y siga resplandeciendo con la luz que deben tener las almas nobles, es una sonrisa, tanto la que emita la propia persona, como la que le dediquen a ella, sin eso, es muy difícil seguir adelante, y desde mi punto de vista, el mundo actual tiene un déficit de sonrisas que roza el 50%, porque de cada dos personas con las que me encuentro, a una le llega la cara a los zapatos...
Haber si lo arreglamos
@davidag2008

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